30/1/14

Lana y broza.




A rebuscar entre mis días, fiel,
como a un destino puntual acudo,
a sacar de ellos hebras de lana grasa,
brillos celestes, ocasos, centellas, luceros,
el musgo de sus sombras, fibras de dorados solares.

Con estos ligeros materiales
en el pecho me construyo un nido
para sonrisas prestas a cálidas victorias,
y cuando el invierno todo lo emborrona, habito,
borla invernal, orientados al este sus más altos aleros.

Sólo quiero dejar atrás escombro,
el silencio que queda en raídas quijadas,
el frágil vacío de ajadas mudas de las culebras,
la sal última de polvo de ceniza, la cáscara rota de mis días,
una vigorosa estela hacia el final es el tiempo que voy dejando atrás.

Y así, en cortos vuelos,
voy tejiendo circulares mis días...
cerrar el taller al toque atemporal de campanas,
volver a casa, para una arquitectura de besos, palabras, notas..
y en la noche, vieja desconocida, cobijarme en un ahuecar de plumas.

Ante la imparable inercia de los inviernos,
densidad de plomo crepuscular, me estremezco,
y para un reinaugurar de torpes gorjeos, al alba me confío
sobre esta rama en la que se mece la fragilidad de mi universo,
universo de borra, de broza, de batir de alas hacia la calidez de tus brazos su vuelo.

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