5/1/14

Croar.



Atalaya del tiempo es mi balcón
allí donde la ciudad se hace frontera
al borde mismo del arrebato de sus campanas.

En él recuerdo nanas de grillos
inmensidad de cantos escondidos
días como espigas, noches menta y plata.

Ahora, circulares, los días se  comprimen
vallas enormes ensalzan el valor del espacio
y las estrellas son un lujo en vitrina de diamantes.

Un zumbido ácido asciende empastando el aire
es el silencio de la noche delatando sus rumores
industria que avanza tañendo lubricados sus metales.

Pero un asombroso misterio de humedad asediada persiste
locas gritan, ranas imprevistas, su canto clandestino y verde
croan desde su última orilla, bajo diminutas naves rumbo a París.

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