23/12/25

MONTAÑA DIGNA.



No cumple el criterio topográfico mínimo exigible, por lo que se halla fuera de toda cartografía especializada en fugas. Para su representación gráfica sólo se han utilizado las escalas de detalle propias de los planos urbanísticos. No podría decirse, por lo tanto,  que mi primer contacto con ella hubiera tenido lugar en aquella lisa extensión de barrio inacabado. Sin embargo aquella muga de resistencia al asedio urbano, degradada al generalista nombre de campo, compartía su esencia con lo hallado tras otras mugas menos domésticas que más tarde me salieron al paso.

Independientemente de sus impulsos emergentes sobre el mar y de la densidad de sus curvas de nivel en todas ellas resultaban igualmente empalagosos los caminos aferrándose a mis pasos. Y cuando la luz se alzaba victoriosa con su manto azul bordado de alegrías, en todas ellas la rebeldía de la vida brotaba desde su introspección embalsamada. Es por ello que creo que aquel campo verde de mi niñez, con su hospitalario camino y sus collares de margaritas, fue mi primera lección de la dignidad de toda montaña. 

Ir aprendiendo para luego ir entendiendo… La docilidad del barro entre las manos, la belleza por interpretar en la flor, la trascendencia del camino, la sabiduría del bosque, la templada levedad de sus cantos, la reflexión ante el hormiguero, el pálpito ante el vacío, las densidades del aire, el relato humano con su medio, los distintos nombres de ser nieve, de ser árbol, montaña, de ser todo ser.….Hasta llegar a comprenderla ella en mí y yo en ella en el milagro cotidiano de la hojarasca de mis días.

Conozco unas cuantas montañas, en su gran mayoría en mi país diverso y trasversal que llamamos Pirineo,  pero me puede el sentimiento de unidad coral que me transmiten sus armonías, por eso prefiero montaña, Pirineo, rebaño, humanidad… esencias compartidas. Eso sí, sin traspasar, ¡ojo cuidado a las señales!, las engañosas mugas de la simplista generalización del relato blanco o negro tan utilitario en nuestro días de minutos numerados. 

Ya en ella me paro ante el escorzo de avalancha de horizontes a la fuga que es la montaña recogiéndose fiel a mis pies, para, a cada paso, ir desplegando sus misterios. Abajo, como un bote varado en su verde oleaje de espumas primaverales cruzado del rastro imposible de mil estelas, o encallado bajo el aliento del sol de invierno, el pueblo y su montaña permanecen inmutables como la sugestiva imagen en el calendario del bar. Soy la nada inmersa en un vértigo diáfano. Allí el asombro, la libertad que inquieta, la consciencia del gran vacío que todo circunda. Allí se hacen patentes ausencias, presencias y pertenencias. Te atrae, te retrae. La tierra acoge, el cielo ampara… Para luego siempre volver a mi mundo abigarrado donde todo vacio espera reclamando su algo que lo subsane.

Montaña viva explicada con viejas fábulas y tiernos engaños aprendidos a lo ancho y largo del espacio y del tiempo para celebrar un compartido sosiego de certezas. Montañés que con ternura quieres creer, querer es lo importante, en cuentos protegidos del tiempo por manos de raíz y ojos forjados al fuego de la vida en su vaivén pendular de astros y anhelos. A quien pudo importar la realidad desconocida frente al contundente relato imaginado o sugerido como verdad que ampara. Hoy todo es más complejo en este magma del relato de pantalla a la carta de los algoritmos. Camino entre estos fuegos digitales de falsedades y certezas un tanto desorientado, buscando, como hicieron ellos, salir, como de un bosque o un buen poema, ligeramente mejorado.           

Montaña digna descarnada de despedidas hacia el canto prometedor de las sirenas fabriles. Pirineo colonial de recursos extractivos, aprovechamientos, proyectos y modelos de desarrollo de pan para hoy y hambre para mañana. Montañés digno en su montaña. Montañeses también los corazones nido de latentes petirrojos despertando el recuerdo a la llamada de primaveras urbanas… ya lo dijo Labordeta en su sólo querían montañas, agua y electricidadle faltó decir saber hacer y manos dispuestas para el pan y la justa ambición de quien emprende su camino.

En la falsa, junto al osario acumulado del pasado dormita la herencia raíz y su manoseada memoria. Quizá no todo de lo ocurrido o imaginado, ya semi- enterrado, merezca ser hoy salvado. No hay tradición sin traición ni vitrina que la contenga con vida. Todo necesariamente fluye, cambia, se adapta al cauce del tiempo en su camino al mar de lo que somos. La dignidad del bosque, de la cima, de la val, del pueblo a contra-corriente, del  futuro sin lastre por construir…todo permanece y espera. Todo lo que tiene un nombre existe.

Salgamos pues donde las hojas siguen cayendo hacia su cielo eterno en su frus-frus con el eco de tu voz. Escuchemos del musgo su caricia verde, de la zarza su ojo a la espina, del bubón su voz temida, del imperio de la noche su mirada de desafío, de la tierra su energía, de la muerte su cruz en la moneda de oro de la vida, del fuego la luz que convoca, del viento sur su nuevo ímpetu tropical al ritmo de cambio climático… Buscar, salir, escuchar, comprender, construir, ser y estar por la íntima dignidad de toda montaña.


No hay comentarios:

Publicar un comentario