Asumiendo con cierta naturalidad pretendida su asombro inesperado,
ante una inquietante
ecuación azul de límites y silencios por confesar…
en un alarde de inmadurez
sobrevenida al dictado de su atrevimiento,
desafiante a la existencia
del tiempo le escribió palabras con trazas de amor …
Tanteando torpemente , sincero e imprudente , este mi exceso si lo fuera,
querer
y no querer decirte sobre este querer más de lo que tal vez quisiera,
dónde
los límites de lo académico , las aristas de
lo incorrecto , las área de lo tolerable ?
A
tus pies dejo ya este pesado fardo de silencios tantas veces ordenados en
vano,
silencios
rompiendo su pompa en su nada perfecta que se estremecen antes de estallar en estas
palabras.
Palabras para decirte de inevitables vacíos
agridulces en el estómago por tu miel y mi hiel desconcertada,
confesarte
mil presentimientos con tu nombre,
absurdos y persistentes como el rencor,
agradecerte
una perpleja pasión amaestrada , un ansia de libertad cotidiana , un desorden
vigilado,
mancharte
las manos con este mi abigarrado corazón
de barro fresco , crecido como una jarra en manos del alfarero por cómo
te he soñado para acogerte sin apreturas ni conflictos,
cambiar
mi vergüenza por el alfiler de tu sonrisa , mi confesión por tu indiferencia en
esta apenas armonía imaginada.
Quedo
a mi repleta vida adiestrada en el cumplimiento de cotidianas expectativas,
al
amparo de un sagrado orden conseguido , con mi bruñida coraza de compromisos
apenas oxidados,
en
mis explorados paraísos de andar por
casa a resguardo de la intemperie donde también se intuye la vida,
trivializando
el icono que yo sólo y por mi cuenta hice de ti con cargo a mis anhelos ,
carencias y frustraciones,
descargando
solitaria y clandestina mi fina lluvia de cariño sobre este tu terreno acotado
, tan permeable a la vida y tan hermoso.
Vapor
de agua , sólo es eso , ejerciendo su presión sobre esta máquina que parece correr desbocada y a destiempo
entre campos de ternura.
La ola llegó con su espuma , la aliaga trajo su flor, el cielo no olvidó su firmamento,
el amor su inquietud, la
rutina quebrada con su golpe de asombro, la inocencia del brazo de su sombra de
culpa…
Inquietud, asombro e inocencia cuando miraba su firmamento donde, confuso, sin ella saberlo, la había colocado.
Todo permaneció en orden
bajo esa luz irrenunciable y precavida, a una distancia convenientemente
insalvable de su presente.
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