Qué prudente normalizar los silencios,
aséptica rutina es deambular por
ingrávidos vacíos.
Qué precavido contar y calibrar las palabras,
aun del veredicto del prejuicio ya emitido
sabedoras.
Qué correctos marchitando clandestinas
ternuras,
placando confesiones, acallando la voz de
las caracolas.
Qué serios al abrigo de la intemperie del
desorden de las periferias,
dueños de lo que callamos, el pecho
condecorado de platas sombrías.
Pompas intocables encerradas en su
inquietante tensión superficial,
suspiro cautivo sin su brisa que lo eleve
y devuelva a su espacio original.
El silencio también es música si se oye
en la melodía,
diáfano cero a la deriva exento de
armonía…
Afuera , la vida brota en murmullos ante
tanto por decir acallado,
primavera de pompas en su tímido
estallido de beso liberado.
Temporal del llanto roto de los silencios…
tierra húmeda, palabra verde.
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