Si tu quieres...
No apagaré de tus mejillas nuestros poemas
por la chispa estelar de tu mirar encendidos,
y para agitar su llama en los vacíos de la noche
o templar ateridos miedos en ocultas oquedades,
apilaré por ti palabras para tus fuegos invernales.
Permaneceré...
En el reducto libre de los blancos versos como tu
pecho
te lanzaré palabras de lana, pretenciosos poses de
poeta,
mi osadía de querer inquietar la mariposa de tu
cuello,
mi deseo en retirada sobre tu piel de pétalos al viento...
y de tu mano buscaré salidas en laberintos de límites
y silencios.
Fiel en el verso...
Palabra, arquitectura de secretos compartidos,
y con los retales sobrantes del exceso de cariño
formaríamos nuestra bandera de piratas aguerridos,
atrás dejaríamos una estela del rosa, cielo, de tus
mejillas,
arañando la piel helada del mar acerado de las
renuncias.
Pero somos…
Agua queriendo beber de cauces de opuestas vertientes,
gotas al encuentro en el azar imposible de las
pendientes,
fértiles manantiales, simiente, germen de distintos
mares,
afluente de versos contra aristas de roquedos
impasibles,
caricia de paisajes calizos, saltos al vacío, cada uno
un camino.
Destinos divergentes...
Hasta donde lleguen mis alas domésticas de corral
no renuncio a volar, y si mañana no te puedo ya
alcanzar,
o te diluyes en otras aguas, o el fuego pasa a ser de
celofán,
me quedará el escondido orgullo de una herida
contrariada,
y unas palabras tras de tu rastro que nunca fueron un
juego floral.
Tomo pues mi camino ...
Pondré rumbo hacia ocasos aprendidos
donde la dulzura amenace menos feroz,
sujetaré la rienda de mi palabra desbocada
ascendiendo hacia mugas que no quisiera
alcanzar.
Olvidaré, al fin tu imaginada complicidad,
y la audacia del filo romo de mis versos.
Al amparo de mis días ....
Rendido de blanco imaginar y de nada esperar, mi musa
de cristal,
azote de mis versos al desnudo en la tenaz tarea de
imaginarte,
agradeceré tu justa indiferencia, esa distancia con la
que me salvas
de ahogarme en mi cómoda contradicción de sueños de
señor,
y te apagarás despacio, dejándome un sosegado humear
de nostalgias.
Con todo, dulce derrota es la victoria del verso, copo
de nieve
posándose al ocaso en el mar tempestuoso de tus
mejillas.
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