A
rebuscar entre mis días, fiel,
como
a un destino puntual acudo,
a
sacar de ellos hebras de lana grasa,
brillos
celestes, ocasos, centellas, luceros,
y
el musgo que medra en las sombras que toda luz provoca.
Con
estos ligeros materiales
en
el pecho me construyo un nido
para
sonrisas prestas a cálidas victorias,
y
cuando el invierno desnuda y emborrona, habito,
gorrión
de canalera, sueños de vértigo en aleros ateridos.
Y
así, en cortos vuelos,
voy
tejiendo circulares mis días...
cerrar
el taller al toque atemporal de campanas,
volver
a casa, para una arquitectura de besos, palabras, notas..
y
en la noche, vieja desconocida, cobijarme en ahuecar de plumas.
Ante
la imparable inercia de plomo de los inviernos,
se
estremece la rama en que se mece inseguro mi universo…
Universo
de raídas quijadas, mudas de culebra, polvo de ceniza,
la
cáscara rota de mis días, estelas en el aire, borra, broza, mucha luz,
música,
esfuerzo y mil victorias de alegría…
Y un batir de alas hacia la calidez de tus
brazos, si esto lees, su vuelo.
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