27/4/24

EL ARAGONÉS.

 



No traigo en esta maleta buenas razones

ni convincentes porqués o paraqués,

ni pretenciosos abrelatas de corazones

tampoco cuatribarradas arengas por el aragonés.

 

Vieja maleta de palabras con su sombra de eco repleta

ecos de palabras de agua en su caracola fósil asediadas,

palabras que quiero río crecido bajando a la mar abierta

a salvo de sirenas con corbata tras sus lenguas afiladas.

 

Desde cuando sea que me fueran acercando de la mano

generaciones de madres que aquí alumbraron mi tiempo,

el aragonés era ya en un pueblo de bocas su narrar cercano

y hoy valiente resiste en las fauces de tanto contratiempo.

 

Palabras minorizadas por el persistente ácido lamer de la corriente

por los que marcharon con su lengua escondida entre su muda dominical

por quienes creen que lo propio si común es sospechoso e inconveniente

por quien niega su nombre en el secadero de alas de su vitrina mental.

 

Habla de gigantes en sus mundos de leyenda festiva

y de cabezudos de los buenos que te pegan alegrías,

y de paisajes de un pueblo diverso de frente altiva

y de tantos que la defienden con dignidad todos los días.

 

 Palabras de mi país prestado, tomad la calidez de mi aliento

contra la obsolescencia de la palabra

y el constante embate del viento.

 

Palabras de casa cayendo del mantel al amparo de rincones de resistencia

migas viejas del mismo pan tierno de la memoria que somos

tesoros del niño que en casa perduró con su arcano legado de inocencia.

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