13/4/24

PAPÁ

 





Hubiera querido

Devolverte la fuerza de ese tu primer paisaje

que nunca dejaste atrás, madre despojada de sus hijos,

tierra de maletas inmensas como pechos repletos,

tierra madrastra de la que tuviste que marchar.

Porqué oculta el mar, para el que parte, la huella de sus caminos…

 

Hubiera querido

Renovar tu brazo en fragua de amaneceres forjado

doblegando con golpe certero tu destino…

silenciar el mensaje de azogue de tus espejos

y que nada inquietase la debilidad de tu mirada.

Porqué muestra el vivir, para el que parte, las huellas de su camino…

 

Hubiera querido

Recordar tu vigor en el titubeo de sus pasos de felpa,

en la torpeza de tus manos desatadas tu afán por lo bien hecho,

en tus ojos cansados el brillo de mil horizontes, la risa de tu alma,

en la letra de tu gesto el amor, sin citarlo nunca, poema prescrito,

la misma vida te habitaba con otra furia, pero apenas te reconocías.

Porqué se pierde el vivir, para el que parte, en la huella de sus caminos… 

 

Con la ternura del niño que permanecía en ti

jugabas a miedos y a felices inconsciencias,

recorrías alborotado  y risueño los corredores del recuerdo,

te detenías en las estancias del amor de carne y hueso que nos salva,

maldecías con sorna tu vejez y seguías adelante como único destino.

Cómo saber vivir, para el que parte, continuando la huella de su camino… 

 

Tu cuerpo ajado por la sana costumbre del vivir,

castigado por el tiempo por el privilegio de tus días…

Tiempo eternamente muerto, parámetro métrico de lo vivo,

rencoroso si consciencia tuviera, constante nada sin la vida…

 Dejaste atrás las huellas en tus caminos…

 Aquí, sea lo que sea aquí y allá, quedó un continuar los caminos,

un templar de hierros en el fuego candente de los atardeceres.


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