Los
conservo sin quererlo apenas
como legajos de pleitos ya
olvidados,
en su carpeta con almenas y cadenas
por un gran símbolo de la
paz custodiados.
Parecen creer haber ganado
derechos antiguos
jurisprudencia de arcanos
chantajes emocionales,
parecen indicar caminos y
refugios como mapas ambiguos
querer marcar con migas de
pan, boj o estrellas sus señales.
Extraviadas fotografías en
las que cauto me adentro
amenazan con cotidianas
sombras asediar los espejos,
o notas de aquel yo de entonces
saliendo al encuentro
preguntándome que tal en este
futuro de aromas anejos.
Releer ahora estas cartas es
como espiarme confidencias
que me cuente mis memorias
de inocencias y rebeldías,
entrometerme en la nieve
virgen de solitarias esencias
ventanilla en el tren del tiempo
en mi viaje de cercanías.
En la tapa escribí “Carpeta
que nunca debo olvidar”…
la amenaza ya parecía
evidente, presagios en adopción,
quemar etapas, ya tendrás
tiempo ya…tiempo a liquidar
marchitarme cómodamente sacrificado era ya una
opción.
Hoy sigue siendo el tiempo y
no sé mucho más que en mis cartas iniciales,
sigo escribiendo para
decirme, destino incierto, esto que ahora me cuento,
y que pronto no serán sino
archivos apilados en amarillentas carpetas digitales.
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