5/4/24

DULCE DERROTA

 





Si tu quieres...

No apagaré de tus mejillas nuestros poemas

por la chispa estelar de tu mirar encendidos,

y para agitar su llama en los vacíos de la noche

o templar ateridos miedos en ocultas oquedades,

apilaré por ti palabras para tus fuegos invernales.

Permaneceré...

En el reducto libre de los blancos versos como tu pecho

te lanzaré palabras de lana, pretenciosos poses de poeta,

mi osadía de querer inquietar la mariposa de tu cuello,

mi deseo en retirada sobre tu piel de pétalos al viento...

y de tu mano buscaré salidas en laberintos de límites y silencios.

Fiel en el verso...

Palabra, arquitectura de secretos compartidos,

y con los retales sobrantes del exceso de cariño

formaríamos nuestra bandera de piratas aguerridos,

atrás dejaríamos una estela del rosa, cielo, de tus mejillas,

arañando la piel helada del mar acerado de las renuncias. 

Pero somos…

Agua queriendo beber de cauces de opuestas vertientes,

gotas al encuentro en el azar imposible de las pendientes,

fértiles manantiales, simiente, germen de distintos mares,

afluente de versos contra aristas de roquedos impasibles,  

caricia de paisajes calizos, saltos al vacío, cada uno un camino.

 

Destinos divergentes...

Hasta donde lleguen mis alas domésticas de corral

no renuncio a volar, y si mañana no te puedo ya alcanzar,

o te diluyes en otras aguas, o el fuego pasa a ser de celofán,

me quedará el escondido orgullo de una herida contrariada,  

y unas palabras tras de tu rastro que nunca fueron un juego floral.

Tomo pues mi camino ...

Pondré rumbo hacia ocasos aprendidos

donde la dulzura amenace menos feroz,

sujetaré la rienda de mi palabra desbocada

ascendiendo hacia mugas  que no quisiera alcanzar.

Olvidaré, al fin tu imaginada complicidad,

y la audacia del filo romo de mis versos.

Al amparo de mis días ....

Rendido de blanco imaginar y de nada esperar, mi musa de cristal,

azote de mis versos al desnudo en la tenaz tarea de imaginarte,

agradeceré tu justa indiferencia, esa distancia con la que me salvas

de ahogarme en mi cómoda contradicción de sueños de señor,

y te apagarás despacio, dejándome un sosegado humear de nostalgias.

  

Con todo, dulce derrota es la victoria del verso, copo de nieve

posándose al ocaso en el mar tempestuoso de tus  mejillas.


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